miércoles, 14 de noviembre de 2012


"—Tess, ¿por qué me dijiste no de esa manera tan decidida? —le preguntó Ángel unos días después.
Ella se sobresaltó.
—No me pregunte el porqué..., en parte ya lo dije. No soy lo bastante digna de usted... 
—¿Cómo? ¿No eres una dama bastante refinada?
—Bueno, algo así —murmuró la joven—. Los suyos me despreciarían.
[...]
Escudriñó éste las facciones de su semblante y las descifró como si fueran jeroglíficos. La negativa era en ellas patente.
—Según eso, no debo mirarte como a mi futura esposa, ¿verdad? No tengo derecho, ningún derecho a buscarte ni a pasear contigo... Dímelo sinceramente, Tess. ¿Es que quieres a otro?
—¿Cómo puede preguntarme tal cosa? —dijo la joven, sin dejar de dominarse.
—Casi estoy seguro de que no. Pero entonces ¿por qué me rechazas?
—No le rechazo. Me gusta que me diga que me quiere, y puede seguir diciéndomelo, sin que yo me dé por ofendida.
—Pero, en resumidas cuentas, ¿es que no me quieres para marido?
—¡Eso es diferente! Pero conste que lo hago por su bien. No puedo permitirme la enorme felicidad de prometerle que seré suya porque estoy segura de que no debo hacerlo.
—Pero ¡me harás muy feliz!
—Eso es lo que usted cree, pero no sabe."


Tess of the d'Urbervilles 


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